Carlisse: Crónicas de los Fríos
By: Carlin Shadow
CAPÍTULO II: Discípulos
–Pasen –dije con un tono severo.
Abrí lentamente la puerta de madera. Pude ver entonces a los tres chicos.
La otra chica era alta y esbelta, de cabellos negros, sostenidos por un lazo rojo en el lado derecho, los ojos verdes y una expresión de expectación. Llevaba jeans y un corset negro de adornos rojos y zapatillas combinadas. Luego observé al chico, era guapo, alto, muy alto y con un cuerpo desarrollado, su cabello era castaño con las puntas amarillas decoloradas, sus ojos muy negros estaban resaltados con delineador. Ridículo, pensé.
–Estos jóvenes... –suspiré.
Estaba vestido con jeans, zapatos negros y una camisa a franjas negras y blancas. Su expresión era solo seria, no decía mucho de él. Miré de nuevo a Gerlin, y me di cuenta de que me observaba y sus ojos comenzaron a... ¿cambiar de color?[1] Pues sí, cuando me di cuenta sus ojos ya no eran verdes sino rojos. Rápidamente los apartó de mí. Debía ser ese raro don del cambio según la emoción. El rojo representaba la rabia, así que seguramente le gustaba Stephen.
– ¿Y bien? ¿Qué es eso que quieren traducir con tanto afán? –pregunté, aún a la defensiva.
Arianna contestó, tal como lo esperaba.
–Bien, estuvimos buscando información y... bueno la verdad es que Gerlin lo encontró en un lugar que parecía abandonado y... Stephen tradujo un par de palabras... es realmente inteligente... y queríamos ver si usted podría... traducirlo.
Revolvió, con delicadeza, su bolso y sacó un libro muy antiguo, apergaminado y escrito en lengua...
–Chitoker... –susurré.
Lo tomé con cuidado y lo observé... antiquísimo... tal como yo... e incluso más, conviviendo y escrito por aquellas criaturas ancestrales y oscuras, los Chitokers, más específicamente la secta más grande, los Darkemotts. Seguramente escrito por la famosa "Chitoker Escape" Framspike...
–Ejem... –me interrumpió Stephen, viendo mi interés.
–Bueno, si realmente quieren saber lo que dice este libro... deben hacer el juramento de no revelar ninguna de esas sabias enseñanzas. No es algo que todos deban saber. Deben convertirse en mis discípulos. No será un día, ni un mes, tal vez ni siquiera un año. Será hasta que yo decida que fue suficiente, que ya aprendieron. Y se los advierto, sabré si me engañan. No toleraré tonterías de adolescente en mis terrenos. –establecí.
Ellos parecieron entender. Asintieron al mismo tiempo, Stephen dijo
–Trato hecho. Volveremos en unos días para...
–Un momento, –lo interrumpí– ¿esperas que los deje ir después de aceptado este trato? ¿Y arriesgarme a que vuelvan con más inútiles con deseos de molestar? Ya han aceptado, ahora, acomodaré la habitación para...
– ¡Pero y nuestras cosas! –gritó Gerlin
–Eso lo resolverán luego. Por ahora deberías dejar los caprichos de niña mimada y concéntrate en aprender –le espeté con crudeza.
Ella se sonrojó y sus ojos se tornaron azules. Probablemente entristeció.
Recordé un poco de lo leído en el libro de hechizos el hogar para acomodar una habitación para tres, si no quería hacerlo yo... Llamarla a ella no era una opción...
Preparé el cuarto. Gerlin parecía emocionada, y Arianna, apenada, pero solo fue Stephen quien se atrevió a decir, con tono de quien cree que se le ha zafado un tornillo al otro
Preparé el cuarto. Gerlin parecía emocionada, y Arianna, apenada, pero solo fue Stephen quien se atrevió a decir, con tono de quien cree que se le ha zafado un tornillo al otro
–Ehm... es una habitación para tres, dos chicas y un ¡CHICO! –
Yo con mirada seria contesté
–Si tienen problemas para controlar sus hormonas es problema de ustedes, no mío– y me fui, dejándolos a los tres avergonzados y confusos.
Debía preparar la lección del día siguiente. De repente me había convertido en maestra por segunda vez...
Súbitamente, una puerta se abrió, esa puerta que procuraba mantener cerrada: el cuarto de servicio.
Súbitamente, una puerta se abrió, esa puerta que procuraba mantener cerrada: el cuarto de servicio.
Y de su interior salió Rose, mi anterior aprendiz, la que se suponía debía quedarse allí mientras yo no la llamara. Parecía preocupada.
Vestida con su habitual túnica marrón, delantal beige gastado, y capa con capucha negra, observó a los tres y se detuvo en Arianna. La observaba con cuidado, como si temiera por su reacción, aún así, no pareció importarle que la mirara de esa manera, parecía acostumbrada...
– ¡Hey, tú! ¡Entra ahí de nuevo! ¡Y no salgas! –le grité– Si necesitas algo, te lo llevaré cuando lo considere prudente, sabes cómo avisar. Ahora, ¡largo! –
Ella regresó a su habitación, ante la mirada atónita de los tres nuevos huéspedes.
Más tarde, cuando ya hubieron decidido cómo se acomodarían en la habitación, preparé la cena para más gente de lo habitual, por lo que quedó algo insípida, aún así nadie dijo nada sobre ello. Todos estaban en silencio, pero Gerlin no soportó la curiosidad que la consumía. Con los ojos verdes centelleantes, preguntó
– ¿Quién era esa mujer que salió de aquel cuarto? –
FIN DEL CAPITULO II
PRÓXIMO CAPÍTULO: HISTORIA
[1] Un extraño don elemental, en el cual según la emoción que siente el individuo, los ojos le cambian de color en una gama estandarizada. Es peligroso, ya que esto ocurre porque hay distintos individuos habitando un cuerpo, por lo que puede ocasionarle inestabilidad al portador.
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