jueves, 19 de julio de 2012

Carlisse: Crónicas de los Fríos. Cápítulo V


Carlisse: Crónicas de los Fríos
By: Carlin Shadow



CAPÍTULO V: Revelaciones

            No la observaba, tenía la vista fija en Arianna. Debía escuchar su respuesta para descartar esa estúpida idea de mi cabeza, estaba segura de quién era Rose, pero Arianna Lufking... quizá fuese un apellido muy común ahora, quién sabe qué demonios había hecho el estúpido príncipe en sus ratos libres, antes de morir como un perro a manos de ese elemento de luz…

–Y-yo…–comenzó ella– Es… sólo que como nunca había venido nadie… yo… me preocupé y… habría hecho lo mismo por cualquiera…
–Basta, –la interrumpí, volteándome para verla a los ojos– ¿acaso me ves cara de idiota Rose? O mejor dicho, Adr…
 – ¡Shhh! Por favor, Carlisse… ¿y si ya recuperó la conciencia? Nadie debe saberlo, lo sabes…

Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, flaqueé y volteé la cara, entonces le dije

 –Está inconsciente Rose, no va a saber nada. No entiendo tu empeño, si desde que escuché su apellido y lo del libro tengo jaqueca. Ya entendí todo Rose, está volviendo a mi memoria algo más, lo que me recuerda que mi libro de apuntes está en la mesa de noche, si eres tan amable.

Ella fue a buscarlo rápidamente y me lo entregó, como siempre. Cada vez que recordaba algo, lo anotaba allí, para más tarde tratar de hilar hechos y construir nuevamente la historia que yacía olvidada entre mis memorias enterradas. Tomé mi vieja pluma negra y comencé a escribir:

“Era un fío invierno en la guerra, pero el frágil ambiente roto por el odio destruía la belleza de aquel nublado día. En un rincón se escuchaban gritos de dolor y un llanto. Me dirigí allá pensando que era un herido de guerra, sólo para encontrarme con una joven mujer y su bebé recién nacida, ambas débiles y sucias… De inmediato tomé a la niña en brazos, mientras otros voluntarios se llevaban a la madre, quien gritaba desesperadamente algo inentendible.

En el lugar donde había estado la mujer estaba un cascabel, y un papel apergaminado. Antes de tomarlo envolví a la niña con mi capa, luego de bañarla en una zona segura, con el agua para emergencias que una elemento de agua voluntaria me obsequió. Allí fue cuando noté una extraña ‘A’ localizada en su pecho, como una cicatriz. La pequeña ya no lloraba. Era pálida, de cabellos y ojos negros como el azabache. La mecí un poco y se durmió, entonces comencé a leer el pergamino, que rezaba: ‘Del prohibido amor de Adrianne, princesa elemental, y Johann, príncipe vampiro, en contra de todas las reglas de ambos reinos, se ha concebido un a pequeña niña llamada…’”

– ¡AAAH!  –grité. La jaqueca me estaba matando.

Debía calmarme para seguir escribiendo… me di cuenta de que había escrito todo con demasiada concentración, estaba a punto de descubrir algo importante, algo grande… pero no estaba segura de qué tan impactante sería, así que me fui a mi habitación, no sin antes decirle a Rose que cuidara de la chica y convencerla de que estaba bien, que sólo necesitaba descansar. Me acosté y empecé a reflexionar: era como pelear con mi yo joven.

Una época distante en la cual mi alma, hoy teñida de noche, estaba limpia. Un tiempo en el que mi lema era ayudar a otros, en que olvidaba a veces el monstruo que era, para convertirme en siervo del necesitado, porque sí sabía que era un monstruo, más lo ocultaba dado que me sentía mejor así. Dispuesta… inocente… frágil.

Así sentía entonces que era. Hoy al ver atrás creo que era débil, insegura, ingenua, una completa idiota en resumen.

Es decir, ¿por qué demonios iba a importarme esa madre y su bebé?, no los conocía, pudieron ser enemigos, matarme o secuestrarme, eso era común en ese tiempo, ¿qué me garantizaba que no me pasaría nada?

Era estúpida. Era confiada y estúpida.

Dejando de lado a la joven y tonta Carlisse, ¿para qué rayos quería leer ese papel?, de todos modos, nadie dijo que era para que cualquiera lo leyese, incluso pudo ser una trampa… De hecho, ¿por qué comenzó la guerra?, por una estúpida travesura infantil de dos idiotas (quienes lamentablemente eran nuestro futuro rey y la futura reina de ellos) que decidieron ir en contra de las reglas a ver qué pasaba.

Supersticiones de viejos, también influyó eso. Según ellos, los chitokers escribieron un libro en su lengua, lleno de profecías, que hoy día afirmo y defiendo porque creo en ellas. Su nombre era “Window Tales” y ahora mismo estaba en mi sala, totalmente accesible para mí. ¿Qué otras profecías habría? Tal vez…

Súbitamente, abrí los ojos y corrí a la sala, en busca del cuaderno, pues allí lo había dejado. Como poseída, escribí lo que acababa de recordar:

“…Arianna Lufking, hija legítima de Adrianne y Johann Lufking, aún a conciencia de la profecía, pues cumplidos sus 16 años, destruirá al mundo.”

FIN DEL CAPÍTULO V
PRÓXIMO CAPÍTULO: PASADO Y PRESENTE

martes, 12 de abril de 2011

Carlisse: Crónicas de los Fríos. Capítulo IV

Carlisse: Crónicas de los Fríos
By: Carlin Shadow

CAPÍTULO IV: Poder Oculto

            Los tres estaban sin habla mirándome. Los blancos ojos de Gerlin no se quedaban quietos, iban de mis ojos a mi boca, que tenía una expresión entre sonrisa macabra y dolor. No podía ocultar su terror.

            Al darme cuenta de que quizá había hablado de más, cambié mi semblante a uno, igualmente frío, pero menos aterrador.

 –Antes de medianoche espero su decisión –dije, al tiempo que daba media vuelta y me  encaminaba a la cabaña. Nada más hacerlo, un ruido extraño y peligroso me hizo girar de nuevo. Era un ruido entre un grito y un horroroso y desafinado canto. Al darme vuelta descubrí que provenía de Arianna, que se sujetaba la cabeza con ambas manos con expresión demente, se ponía de pie y, corriendo, lanzaba una bola de energía de color plateado, con rayos de carga eléctrica alrededor, sin rumbo fijo.

Con sorpresa vi como se dirigía hacia Stephen a toda velocidad. Era una bola de energía elemental indefinida, letal y veloz. Él estaba paralizado.

Rápidamente grité

– ¡ARPAAT![1] –con un dedo apuntando en dirección a él, del cual una luz, más bien un rayo corto y dorado, salió, le dio en el pecho de lleno, apartándolo justo a tiempo de ese letal ataque involuntario, que fue a dar a un gran grupo de pinos, todos enormes, que quedaron reducidos a poco menos que cenizas.

Un escalofrío evidente recorrió a ambos, Stephen y Gerlin: estaba claro que jamás habían visto el devastador efecto de la energía elemental indefinida.

Por otro lado, Arianna yacía desmayada, y ninguno de los dos se atrevía a acercarse a buscarla. Finalmente les dije

–Entren a la casa, ahora mismo –y fui a buscar a la chica. Estaba fría y desgastada al máximo.

La cargué con mucha facilidad y entrando a la casa, la coloqué con bastante delicadeza sobre el sofá. Stephen y Gerlin estaban sentados de espaldas al mueble. Me aclaré la garganta y se dieron vuelta. El rostro de Stephen era serio y preocupado; el rostro que habría podido tener un padre  preocupado o... un amante incondicional.

Pero Gerlin no salía de sus ojos blancos y su expresión de shock, empezaba a preguntarme si tendría que recurrir a algún tipo de hechicería para ayudarla a volver.

Ambos observaron a Arianna, preocupados. Me apresuré a decir, antes de que se paralizaran de nuevo

–  ¿Alguno de ustedes conoce o ha oído hablar sobre la Flor de Framspike?

Me miraron un momento. Reden dijo

–Bueno, he leído que es muy rara, que sólo crece en un lugar específico de las montañas de Cathule[2], ya que según la leyenda, la legendaria Chitoker[3] Escape Framspike[4], las plantó para ocultarse de los guardias Blackcoat[5]. Crecen muy rápido, pero, igualmente, se marchitan muy rápido y tienen diversos usos –

Dijo todo como si lo estuviese leyendo, o como si diera una exposición de memoria.

–Bien, –dije– necesito una de esas en menos de 48 horas, o su amiga no vivirá para contar su primera energía elemental liberada... había visto esto antes, pero la suya fue... destruyó todo un grupo enorme de pinos, ¿entienden? –concluí.

Eso último sonó con un tono de histeria. Ni siquiera yo misma podía ocultar el dejo de pánico que podía causar algo así.

–  ¿Quién se ofrece? –pregunté al fin, ante el silencio que se prolongaba.

Ambos se miraron.

–Llegaran en 12 horas si se van por el prado, al Norte siempre. Hay una brújula sobre la mesa de la biblioteca –sentencié.

Pasaron unos minutos de silencio.

–De preferencia, para hoy, a menos que no les interese su amiga. A mí me da igual dejarla morir...

Justo al terminar esa frase, la puerta de servicio se abrió, causando el sobresalto de Stephen y Arianna, y mi impaciencia. Entonces una voz pausada y carrasposa, de quien hace tiempo no abre la boca para hablar, dijo con timidez pero con firmeza

–Yo... yo iré, Carlisse. Se llegar...
–Tú no irás a ningún lado. Te quedarás en tu habitación como te pedí y dejarás de abrir esa maldita puerta, ahora mismo –la interrumpí.

Ella me miró, primero con su miedo habitual, pero luego con determinación, y dijo

–Debo ir, Carlisse, yo... debo hacerlo... yo...
–No se preocupen, yo iré –la interrumpió Stephen. No quería que peleáramos, se le notaba en voz, algo nerviosa. Eso me hizo pensar que las peleas eran algo habitual donde vivía... dejé de pensar en eso, pues no importaba en ese momento.
–Entonces yo iré contigo –replicó Gerlin, cuyos ojos estaban entre el blanco y el café. Ya se estaba normalizando.
–Bien, ahí está la brújula. Tomen provisiones y váyanse rápido. Procuren que no los vea ninguno de los fríos o tendré que preparar un funeral triple –dije al fin.

Así, los dos chicos salieron, brújula en mano, en busca de aquella extraña flor, mientras yo con frialdad mezclada con preocupación, dije mirando a la chica desmayada

–  ¿Y bien? ¿Me dirás cuál es el interés en esta chica o debo dar por ciertas mis "sospechas" al respecto, Rose? –

FIN DEL CAPÍTULO IV
PRÓXIMO CAPÍTULO: REVELACIONES


[1] Hechizo. Lit. “Apartar” Pron. [ar-pát]
[2] Ciudad secundaria ubicada al norte de Therion. También llamada “Ciudad del Norte” o “Ciudad de los Fríos”. Allí habitan los vampiros que gobiernan Therion.
[3] Criaturas generalmente asimétricas, de baja estatura, con estética y moral oscura. Habitaron Therion mucho tiempo atrás. En cierta forma, son sus “aborígenes”. Aparentemente, poseían poderes mágicos y proféticos.
[4] Chitoker famosa por siempre huir exitosamente de los Blackcoats, guardias de Palacio de los Fríos, quienes siempre intentaban atraparla por ser una rebelde que, según ellos, promovía la anarquía.
[5] Lit. “Abrigo-negro” Nombre dado a los guardias del Palacio de los Fríos, debido a la estética de su uniforme.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Carlisse: Crónicas de los Fríos. Capítulo III

Carlisse: Crónicas de los Fríos
By: Carlin Shadow

CAPÍTULO III: Historia

           Mi reacción inmediata fue decir

–  ¿Serías tan amable de cerrar la boca?–

Yo no era la persona más amable del mundo, hacía mucho que no trataba con gente nueva, y mucho menos con gente joven. Pasaron unos minutos en los que sólo se escuchaba el sonido de los utensilios, y luego dije

–Esa mujer es Rose, la dama de servicio. No hablen con ella, vive ahí hace mucho y no está acostumbrada a la gente. Así está bien. No tiene ningún interés en ustedes, ni ustedes en ella, así que ignórenla, pues ella los ignorará –finalicé.

Siguieron comiendo, aunque aún se sentía esa atmósfera de curiosidad. No era conveniente que se interesaran en ella...

Terminamos de comer. Dejé las cosas sucias limpiándose, porque aunque normalmente Rose hacía la limpieza sin ningún problema, no quería que estuviera en contacto con ninguno de los huéspedes, sobre todo con Arianna...

–Bien –dije– comencemos viendo qué es lo que tienen. Cada uno diga su fuerza elemental[1] y el poder que liberará, y traten de impresionarme... uno por uno. Tú, Way, primero. Párate aquí, a ver. Comienza.

Ella se enderezó, cerró los ojos y se concentró. Cuando abrió los ojos, estos eran negros, eso indicaba posesión... decidí que más adelante averiguaría sobre eso, pues podía ser peligroso si no se sabía controlar de la forma correcta.

–Elemento de Aire, Técnica de la Ventisca –Colocó sus manos separadas, con las palmas hacia adentro paralelas, su energía elemental comenzó a fluir, y se creó una especie de bola gris y blanca, corrimos al patio y lanzó la ventisca hacia un pino cercano, que se arrancó de raíz. Todo estaba cubierto de nieve. Sus ojos de tornaron cafés, y comprendí que había terminado. Por primera vez veía el color natural de sus ojos. 

–Bien, puede decirse que estuvo decente.

Ella lo tomó como un cumplido, y ocupó su lugar entre Arianna (cuya cara era una mezcla de pánico y nervios) y Stephen (que tenía una expresión de aburrimiento absoluto)

–Bien, ahora tú, Reden.

Dio unos pasos al frente, se paró en pose casual, como si no le importara, con una mano en el bolsillo. Hizo un movimiento circular con su mano libre, seguidamente una cruz, para finalizar con una equis, y a cada movimiento que realizaba, una luz iba trazando las formas. Soltó su energía elemental, la cual al avanzar rápidamente se convirtió en una estrella, envolvió un ave que pasaba por allí y la trasformó en muchas pequeñas estrellas, que fueron cayendo, como hojas secas hasta confundirse con la tierra.

–Elemento de Luz. Técnica de la Estrella de Transformación –dijo, y regresó a su puesto. Apenas se había despeinado.

–Aprende a seguir instrucciones Reden, dije que antes de comenzar, dijeran su fuerza elemental y el nombre del ataque, no después, –dije con frialdad– con respecto al ataque, es muy interesante, hacía mucho que no lo veía así, tan bien ejecutado –agregué, procurando ocultar lo impresionada que estaba.

Él sonrió con satisfacción y altanería, y me dio la espalda para reírse por lo bajo.

–Bueno, por último, tú Lufking, a ver si se te quita la cara de terror –

            Ella dio unos pocos pasos cortos, mirando al suelo. Cuando levantó la cara pude ver que sus ojos estaban llorosos.

            –  ¿Qué ocurre? –dije bajando el tono frío.
           
            Había dado en mi debilidad. Yo no era capaz de ver a alguien llorar. Me recordaba aquellos terribles días de guerra, y la cara suplicante de aquella mujer... aquellas lágrimas por haber perdido a su hija y su esposo, ambos el mismo día.

Salí de mis pensamientos para darme cuenta que mi rostro mostraba preocupación, el cual rápidamente cambié por mi frialdad habitual.
           
Entrecortadamente, Arianna se incorporó y dijo

–Yo... no tengo un poder elemental... yo soy... un elemento indefinido[2]... en mis pocos años de escuela sólo cursé teoría así que... lo... lo siento pero no tengo un ataque elemental, yo...  –no pudo continuar.

Temblaba y las lágrimas no paraban de caer a sus pies. Tomé aire y cerré los ojos, para poder hablar sin titubear.

–Si esas tenemos... Lamentablemente para ustedes, no podrás aprender la sabiduría de los fríos. Un elemento que no puede siquiera hacer una simple técnica, un ataque básico, no es merecedor de conocer artes tan antiguas, no te servirá de nada aprender de todos modos, no podrás usar esos conocimientos en la práctica. Tienen dos opciones: largarse, ya que aún no les he enseñado nada, con la advertencia de que, si vuelven aquí, será para morir. O quedarse, pero Lufking deberá permanecer encerrada mientras les enseño a ustedes. No podrán hablar con ella, claro, he de insistir en que son artes secretas muy antiguas, reservadas para un reducido número de... criaturas. No pueden conocerse si no van a utilizarse. –sentencié.

Gerlin se enfureció, con los ojos rojos, completamente enojada me miró y gritó

–  ¡¿Cómo puede hablarle así?! ¡¿No tiene sentimientos?! Ella ha sufrido mucho por su condición. Además, si es tan buena, ¿por qué no nos muestra sus habilidades? Ha hablado mucho, pero no ha hecho nada. –

La miré, mi mirada fría y penetrante la hizo dar dos pasos hacia atrás, y sus ojos se volvieron blancos de miedo.

–No se las muestro –dije– porque si lo hiciera los tres caerían muertos del susto–

FIN DEL CAPÍTULO III
PRÓXIMO CAPÍTULO: PODER OCULTO


[1] Tipo de energía que cada elemento controla: Tierra, Fuego, Aire, Agua o Luz. 
[2] Un elemento que no sabe controlar ninguno de los poderes elementales básicos, acumulándose su energía y causando efectos devastadores al liberarse.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Carlisse: Crónicas de los Fríos, Capítulo II

Carlisse: Crónicas de los Fríos
By: Carlin Shadow

CAPÍTULO II: Discípulos

             –Pasen –dije con un tono severo.
           
            Abrí lentamente la puerta de madera. Pude ver entonces a los tres chicos.

La otra chica era alta y esbelta, de cabellos negros, sostenidos por un lazo rojo en el lado derecho, los ojos verdes y una expresión de expectación. Llevaba jeans y un corset negro de adornos rojos y zapatillas combinadas. Luego observé al chico, era guapo, alto, muy alto y con un cuerpo desarrollado, su cabello era castaño con las puntas amarillas decoloradas, sus ojos muy negros estaban resaltados con delineador. Ridículo, pensé.

–Estos  jóvenes... –suspiré.

Estaba vestido con jeans, zapatos negros y una camisa a franjas negras y blancas. Su expresión era solo seria, no decía mucho de él. Miré de nuevo a Gerlin, y me di cuenta de que me observaba y sus ojos comenzaron a... ¿cambiar de color?[1] Pues sí, cuando me di cuenta sus ojos ya no eran verdes sino rojos. Rápidamente los apartó de mí. Debía ser ese raro don del cambio según la emoción. El rojo representaba la rabia, así que seguramente le gustaba Stephen.

– ¿Y bien? ¿Qué es eso que quieren traducir con tanto afán? –pregunté, aún a la defensiva.

Arianna contestó, tal como lo esperaba.

–Bien, estuvimos buscando información y... bueno la verdad es que Gerlin lo encontró en un lugar que parecía abandonado y... Stephen tradujo un par de palabras... es realmente inteligente... y queríamos ver si usted podría... traducirlo.

Revolvió, con delicadeza, su bolso y sacó un libro muy antiguo, apergaminado y escrito en lengua...

 –Chitoker... –susurré.

Lo tomé con cuidado y lo observé... antiquísimo... tal como yo... e incluso más, conviviendo y escrito por aquellas criaturas ancestrales y oscuras, los Chitokers, más específicamente la secta más grande, los Darkemotts. Seguramente escrito por la famosa "Chitoker Escape" Framspike...

–Ejem... –me interrumpió Stephen, viendo mi interés.

–Bueno, si realmente quieren saber lo que dice este libro... deben hacer el juramento de no revelar ninguna de esas sabias enseñanzas. No es algo que todos deban saber. Deben convertirse en mis discípulos. No será un día, ni un mes, tal vez ni siquiera un año. Será hasta que yo decida que fue suficiente, que ya aprendieron. Y se los advierto, sabré si me engañan. No toleraré tonterías de adolescente en mis terrenos. –establecí.

Ellos parecieron entender. Asintieron al mismo tiempo, Stephen dijo

–Trato  hecho. Volveremos en unos días para...
–Un momento, –lo interrumpí– ¿esperas que los deje ir después de aceptado este trato? ¿Y arriesgarme a que vuelvan con más inútiles con deseos de molestar? Ya han aceptado, ahora, acomodaré la habitación para...
– ¡Pero y nuestras cosas! –gritó Gerlin
–Eso lo resolverán luego. Por ahora deberías dejar los caprichos de niña mimada y concéntrate en aprender –le espeté con crudeza.

Ella se sonrojó y sus ojos se tornaron azules. Probablemente entristeció.

Recordé un poco de lo leído en el libro de hechizos el hogar para acomodar una habitación para tres, si no quería hacerlo yo... Llamarla a ella no era una opción...


Preparé el cuarto. Gerlin parecía emocionada, y Arianna, apenada, pero solo fue Stephen quien se atrevió a decir, con tono de quien cree que se le ha zafado un tornillo al otro

–Ehm... es una habitación para tres, dos chicas y un ¡CHICO! –

Yo con mirada seria contesté

–Si tienen problemas para controlar sus hormonas es problema de ustedes, no mío– y me fui, dejándolos a los tres avergonzados y confusos.

Debía preparar la lección del día siguiente. De repente me había convertido en maestra por segunda vez... 


Súbitamente, una puerta se abrió, esa puerta que procuraba mantener cerrada: el cuarto de servicio.

Y de su interior salió Rose, mi anterior aprendiz, la que se suponía debía quedarse allí mientras yo no la llamara. Parecía preocupada.

Vestida con su habitual túnica marrón, delantal beige gastado, y capa con capucha negra, observó a los tres y se detuvo en Arianna. La observaba con cuidado, como si temiera por su reacción, aún así, no pareció importarle que la mirara de esa manera, parecía acostumbrada...

 – ¡Hey, tú! ¡Entra ahí de nuevo! ¡Y no salgas! –le grité– Si necesitas algo, te lo llevaré cuando lo considere prudente, sabes cómo avisar. Ahora, ¡largo! –

Ella regresó a su habitación, ante la mirada atónita de los tres nuevos huéspedes.

Más tarde, cuando ya hubieron decidido cómo se acomodarían en la habitación, preparé la cena para más gente de lo habitual, por lo que quedó algo insípida, aún así nadie dijo nada sobre ello. Todos estaban en silencio, pero Gerlin no soportó la curiosidad que la consumía. Con los ojos verdes centelleantes, preguntó

– ¿Quién era esa mujer que salió de aquel cuarto? –

FIN DEL CAPITULO II
PRÓXIMO CAPÍTULO: HISTORIA




[1] Un extraño don elemental, en el cual según la emoción que siente el individuo, los ojos le cambian de color en una gama estandarizada. Es peligroso, ya que esto ocurre porque hay distintos individuos habitando un cuerpo, por lo que puede ocasionarle inestabilidad al portador.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Carlisse: Crónicas de los Fríos, Capítulo I

Carlisse: Crónicas de los Fríos
By: Carlin Shadow

CAPÍTULO I: Memorias

     Endeble. Esa es la palabra que me describe. Agonía. Ese es el nombre de mi estado natural. Dolor. Esa es la única vía a la porción de calma que necesito para no desesperarme hasta enloquecer... aunque quizá ya... no, no estoy loca, no lo estoy...

Soy un cuerpo que yace sobre un frío fondo... ¿Qué será? No logro identificar su procedencia. Llevo una vida maldita, lo sé, pero aún así, a pesar de ser endeble, de agonizar cada minuto, de necesitar dolor para calmarme, a pesar de todo... nadie lo nota. Y no tiene nada que ver con que ninguno de los de los míos quiera acercarse, al contrario... a veces llegan a ser parásitos, es más bien que están allí sin hacer nada... son solo objetos... no los logro introducir en mi... llamémoslo “corazón” a falta de una mejor palabra.

     El caso es que muchos tratan conmigo, a simple vista mi existencia es envidiable, y es lógico, si veo mis logros desde fuera, hasta yo me envidiaría. Ah, también soy una buena mentirosa, sonrío cuando me siento mal, contengo mi ira y hablo con fluidez y elegancia. Hay pocas, contadas ocasiones en que me pierdo, mi mirada vaga a la distancia y eso suele llamar la atención, pero nada más. Ningún otro frío puede saber qué es, ni entender siquiera. Todos deberían alejarse. Todos deberían morir.

     ¿Qué necesito del mundo? Nada. Todo me ha sido negado, y aunque otro frío necesite de mi ayuda, siempre encuentro algo que contribuya a mi mentira. Mi mentira individual y colectiva.

     Escuché un ruido sobre mí. Me pregunté ‘¿Qué pasará? ¿Quién osará sacarme de mis pensamientos, mis reflexiones? Hace siglos que no late un ápice de vida en mí. ¿Quién osaría acercarse?

– ¿Quién anda ahí? –dije con un tono cargado de resentimiento.
–Soy... Arianna Lufking... sé que no me conoce, pero de verdad necesito saber algunas cosas de la sabiduría de los fríos –contestó una voz joven, insegura, de quien ha sufrido el rechazo durante algún tiempo... Me recordaba... a mí misma.

     Subí las escaleras del sótano y abrí la vieja puerta para conseguirme con un rostro pálido e ingenuo, unos ojos negros penetrantes y un cabello ondulado y negro... Era tan familiar, comenzó a dolerme la cabeza, pero no le presté atención.

– ¿Qué demonios quieres de mí? –pregunté mirándola fija y severamente.

     Era muy joven, seguramente ella estaba pensando lo mismo de mi. De repente escuché un ruido entre los árboles. Me enfadé.

– ¡Maldición! Debí saberlo ¡No estás sola! ¡SALGAN MALDITOS COBARDES! La próxima vez que quieras hacer una emboscada, al menos busca personas competentes y ¡SILENCIOSAS! –tiré la puerta y suspiré enojada, no era la primera ni sería la última vez que aparecían los de esa clase, jóvenes viajeros, sólo interesados en molestarme.

     Se escucharon voces de quejas, y palabras como “fríos” y “Scrath[1]” aparecieron. Tomé más interés, pero el que quisiera aprender de mí debía insistir, por más interesada que yo pudiera estar. Sonó de nuevo el ruido.

– ¡Por favor! No le ocultaré nada, no era una emboscada... necesito que me traduzca un libro... Según uno de mis acompañantes dice “Window of Tales[2]” o algo parecido... Yo... bien... entenderé si no sube... –dijo Arianna, con una voz forzada por la desesperación, al parecer realmente necesitaba saberlo, ¿pero por qué? Además... ese libro...

     Decidí subir. Antes de abrir dije

– ¿Cuántos son? ¡Identifíquense! –

De inmediato una voz más animada e igualmente tímida señaló

– ¡Sí! ¿Ves? Te dije que no era un monstruo. Sólo hay que encontrar la forma de sacar su lado amable –

Entonces Arianna contestó

–Bien, yo soy Arianna Lufking, tengo... 14 años recién cumplidos. Mis amigos me acompañan, Gerlin Way de 15 años y Stephen Reden de 16 años.

Busqué en mis recuerdos aquellos tres apellidos, todos familiares para mí, y pregunté

–Esa chica, Gerlin Way ¿es por casualidad hija del rey Gerard y la reina Carlin? Y ese chico, Stephen Reden, ¿es el descendiente de la famosa familia Reden, la Familia de la Técnica Legendaria? –e inmediatamente después de un prolongado silencio lleno de admiración (estaba acostumbrada a eso) logró decir

–S-si, ellos son...
–Y tú, Lufking, ¿de dónde vienes? Me parece haber escuhado de tu apellido –interrumpí, haciéndome la ingenua. Sabía muy bien de donde venía su nombre, a pesar de todo, a pesar de no recordar casi nada, ese hecho podía recordarlo perfectamente.

Ella resolvió contestar

–Por eso estoy aquí, quiero saber de dónde vengo... Al parecer mi apellido aparece en este libro... –

FIN DEL CAPÍTULO I
PRÓXIMO CAPÍTULO: DISCÍPULOS




[1] Ciudad central de Therion, el país donde se desarrolla la historia.
[2] Lit. “Ventana de Cuentos”, un libro antiguo de profecías.

Información

Hola.! Hacía un tiempo que no actualizaba este blog.. la razón principal es que perdí la información de la historia Love Letter por un problema con mi pc.. pronto la actualizaré, pero mientras, iré subiendo otra historia, de título Carlisse: Crónicas de los Fríos, escrita hace algún tiempo.. espero que la disfruten.

Y lamento la demora.. D:

jueves, 30 de septiembre de 2010

Love Letter -Cap. 10

Capítulo 10 ~



Los segundos pasaban lentamente, como horas. El sonido de los pasos de Ashley, que bajaba las escaleras desde el cuarto piso se hacía cada vez más fuerte, al igual que los latidos en su pecho. Temblaba. Pensaba en qué decirle, cómo hacer que olvidara su torpe actuación del día anterior, expresarle lo que sentía, hablar de sus días de infancia...

Entonces llegó. Vestía casual, con unos jeans azules, una camiseta blanca, un suéter morado de cremallera a medio subir y zapatillas. Su cabello suelto lo había decorado con una cinta azul. Estaba hermosa. Al verla dio unos pasos a un lado, quedando oculto tras Tom.

– ¡Hola, hermano! ¡Hacía algún tiempo ya que no venías! –le dijo a  su amigo, con esa suave y tierna voz que recordaba, al tiempo que lo abrazaba con cariño. Él rió mientras le devolvía el abrazo.

–Sí, bueno, tú también tenías tiempo sin pasar por la tienda a ver si sigo vivo o algo. Ya me estaba preocupando –contestó.

 –Y bien, ¿mi sorpresa? –dijo en broma, con una sonrisa, mientras Ángel, tímidamente salía de su refugio detrás de Tom.

 –Él es un amigo mío, pero tú ya lo conoces ¿cierto? –dijo con una amplia sonrisa y ojos brillantes. Ashley no sonreía tan ampliamente, se limitaba a observarlo con un gesto interrogativo y tímido, esperando.

De inmediato, Ángel sintió un empujón: Tom “disimuladamente” le había colocado su mano en la espalda, para que caminara hacia adelante, y como no lo hizo, tuvo que aplicar la fuerza.

Quedaron frente a frente, observándose sin hablar. Años y años de historias transcurrían en sus memorias, juegos, risas y alegrías  infantiles, sentimientos en ese entonces desconocidos comenzaron a aflorar, y antes de darse cuenta, Ashley corría hacia él y le abrazaba, con euforia, con desespero, como si hubiese llevado años esperando por ese momento.

Tal vez así era. Ángel correspondió el abrazo, con la misma euforia, pero en ese momento recordó que no estaban solos. Se separo un poco de ella para girar su cara, para simplemente encontrarse con la más amplia sonrisa que había visto jamás en Tom

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© Carlin Shadow ~ 2010
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