Capítulo 8 ~
Tom dejó de tocar repentinamente y sonrió mirando a otro lado.
–Por fin estás aprendiendo –comentó. Dejó a Penélope en la cama, se puso de pie y sonriendo colocó su mano en el hombro de Ángel. Caminó hacia la sala, levantó el teléfono y habló con alguien en voz baja, de modo que su amigo no pudiese escuchar la conversación, colgó entre risas y al volver exclamó –Ahora, como regalo de felicitación, te ayudaré.
Ángel lo miró. Realmente no entendía a qué se refería, por lo que resolvió decir –Gracias… –con un tono y un gesto que delataba sus pensamientos. Tom rió.
–Amigo, me refiero a que ya todo está arreglado. Iremos a casa de Ashley en un rato, así que si yo fuera tú, ya estaría bañándome y arreglándome.
La primera reacción de Ángel fue quedar boquiabierto, mirando fijamente a Tom, sin decir una palabra, paralizado, mientras palidecía y se contraían sus pupilas: en resumen, síntomas de pánico
–Oye, ¿estás bien? –comenzó Tom ante la respuesta silenciosa de Ángel –Puedo llamarla y cancelar. La idea era ayudarte, pero si no quieres…
– ¡No! No canceles… –dijo Ángel, saliendo de su trance –No es eso, sólo… me sorprendiste. Hay una gran diferencia entre decir y hacer…
–Pues si no quieres estropear esto, tendrás que comenzar a ser consecuente entre lo que dices y lo que haces –lo atajó Tom, mirándolo con recelo –A esa chica la quiero como a una hermana, no la vas a herir o te irá mal –finalizó, con un dejo de rabia en esa voz autoritaria que Ángel jamás había escuchado antes.
–Vaya… de acuerdo, lo siento… Y… pues… ¿qué te dijo cuando le dijiste que iba contigo, o mejor dicho, cuando le dijiste quién era yo?
–Pues bien, –empezó Tom, con una pequeña sonrisa –realmente no le dije que tú vienes conmigo, y además, eso último debes decírselo tú.
Tom dejó de tocar repentinamente y sonrió mirando a otro lado.
–Por fin estás aprendiendo –comentó. Dejó a Penélope en la cama, se puso de pie y sonriendo colocó su mano en el hombro de Ángel. Caminó hacia la sala, levantó el teléfono y habló con alguien en voz baja, de modo que su amigo no pudiese escuchar la conversación, colgó entre risas y al volver exclamó –Ahora, como regalo de felicitación, te ayudaré.
Ángel lo miró. Realmente no entendía a qué se refería, por lo que resolvió decir –Gracias… –con un tono y un gesto que delataba sus pensamientos. Tom rió.
–Amigo, me refiero a que ya todo está arreglado. Iremos a casa de Ashley en un rato, así que si yo fuera tú, ya estaría bañándome y arreglándome.
La primera reacción de Ángel fue quedar boquiabierto, mirando fijamente a Tom, sin decir una palabra, paralizado, mientras palidecía y se contraían sus pupilas: en resumen, síntomas de pánico
–Oye, ¿estás bien? –comenzó Tom ante la respuesta silenciosa de Ángel –Puedo llamarla y cancelar. La idea era ayudarte, pero si no quieres…
– ¡No! No canceles… –dijo Ángel, saliendo de su trance –No es eso, sólo… me sorprendiste. Hay una gran diferencia entre decir y hacer…
–Pues si no quieres estropear esto, tendrás que comenzar a ser consecuente entre lo que dices y lo que haces –lo atajó Tom, mirándolo con recelo –A esa chica la quiero como a una hermana, no la vas a herir o te irá mal –finalizó, con un dejo de rabia en esa voz autoritaria que Ángel jamás había escuchado antes.
–Vaya… de acuerdo, lo siento… Y… pues… ¿qué te dijo cuando le dijiste que iba contigo, o mejor dicho, cuando le dijiste quién era yo?
–Pues bien, –empezó Tom, con una pequeña sonrisa –realmente no le dije que tú vienes conmigo, y además, eso último debes decírselo tú.
© Carlin Shadow ~ 2010
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super interesante... me encanto!!!! dios escribes exelente!! te felicito!!!
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