Capítulo 6 ~
Esa noche no hubo suerte. La invitación para salir de fiesta nunca llegó. Ashley suspiró. Por fin se decidía a ir a una fiesta y justo ese fin de semana desistían de hacer una.
“Algo anda mal con el mundo” pensó ella. Miró el reloj, se dio cuenta que aún tenía tiempo de estudiar un poco, leer alguna tontería en internet, un libro de su estantería o simplemente acostarse. Se decidió por el libro de su estantería, lo tomó y sentándose en su cama comenzó a leerlo. Era interesante, se trataba el reencuentro entre una mujer que se había acostumbrado a vivir entre sus comodidades (“que si bien no eran muchas, al menos estaban aseguradas”, decía el personaje: una clara crítica al conformismo), y un hombre que fue su amigo en la infancia, el cual había recorrido el mundo y volvía a su ciudad natal por unos días
–De acuerdo, de todos los libros que hay aquí, ¿por qué demonios tuve que sacar precisamente este? –dijo en voz alta, bastante exasperada. Guardó el libro en la estantería con algo de cólera y se dejó caer en el colchón, tomó la almohada y la colocó en su cara, en un intento por “ahogar” las imágenes de su propio reencuentro.
Mientras, en casa de Tom, Ángel afinaba a Penélope, la hermosa guitarra acústica de su amigo, a la cual éste trataba como a una novia (“o incluso mejor que a una”, pensaba a veces), más que como a un objeto inanimado: le hablaba con cariño, la limpiaba con suavidad y delicadeza y sonreía cada vez que la tenía cerca, sin mencionar que la celaba: no todo el mundo estaba “capacitado” para tocarla, según él. Pero no era el caso con Ángel, él podía tocarla tantas veces como quisiera, simplemente porque Tom confiaba lo suficiente en él como para saber que su querida Penélope estaba a salvo en sus manos.
Comenzó a tocar y cantar una canción suave, a cuya letra nunca había prestado atención. De repente Tom rió.
– ¿Qué? –dijo Ángel, dejando de cantar.
–Nada, sólo que esa canción se parece bastante a ti, es decir, presta atención a la letra –contestó Tom –se trata de un reencuentro, ¡qué oportuno! ¿No, Ángel? –finalizó, con una sonrisa maliciosa.
Ángel se sonrojó.
–Ya déjalo… trato de no recordar…
– ¿Qué fuiste un completo tonto? Sí bueno… supongo que te gustaría olvidarlo –lo interrumpió Tom. A veces, podía ser muy sincero. Demasiado sincero
–Toquemos algo más divertido ¿bien? –replicó Ángel, algo tenso.
–Está bien, pero eso no borra el hecho de que fuiste un tonto –dijo alegremente Tom, tomando a Penélope.
Ángel suspiró, cerró los ojos y sonriéndole a su amigo dijo.
–De acuerdo.
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© Carlin Shadow ~ 2010
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