Capítulo 2 ~
Como de costumbre, el transporte no estaba ni vacío ni limpio. Él suspiró. Sabía que era muy poco probable que eso sucediera alguna vez, pero siempre albergaba una pequeña esperanza. Se colocó sus audífonos y encendió su reproductor de música, dispuesto a sobrevivir a otro día de transporte.
Leyó la dirección y tomó el transporte público, pensando en que debería cobrarle a Tom el dinero que gastaba en transporte por esos “favores”. Se anunció la parada que le importaba y luego de pagar, se bajó. Caminó hasta un edificio de pocos pisos a media cuadra, subió los pocos escalones que había hasta la puerta, nuevamente leyó la dirección y marcó el número de apartamento que decía en el papel. Nadie contestó.
Maldijo por lo bajo mientras se daba la vuelta para volver, y se dio cuenta que una chica iba subiendo los escalones hacia la puerta. No tenía una vestimenta llamativa, ni los libros que cargaba eran exóticos, ni hizo nada en especial que requiriese atención, pero tenía algo que lo hizo distraerse y observarla fijamente mientras buscaba sus llaves. Observarla por más tiempo del que se considera educado.
–Eh… sí, lo siento. ¿Cuál es tu apartamento? –dijo él con torpeza. Ella lo miró arqueando una ceja.
–Dame una razón por la cual deba contestarte o apártate para que pueda ir a mi casa, tienes 10 segundos –dijo fríamente. Él parpadeó. Jamás lo habían tratado así, menos una chica que acababa de conocer.
–Pues bien, no tienes que agredirme, vaya… ¡Cómo si yo tuviese la culpa de tus problemas! Vengo a entregar un paquete y me preguntaba si tú vives en el apartamento 48, porque acabo de tocar y nadie contestó…
–Identificación por favor –lo interrumpió ella. A él no le agradó su actitud, pero decidió reírse del asunto.
– ¿Eres agente de policía o algo así? Rayos, vengo de la tienda de computación de Tom, ¿vives o no en el apartamento 48? –dijo tratando de no perder los estribos, después de todo, acababa de conocerla y él era muy respetuoso
–Sí, Tom es un buen amigo mío… Lo siento, por este lugar se ven personas bastante extrañas y molestas de vez en cuando. Mi nombre es Ashley, gracias por traer mi paquete… eh… –dijo mirándole la cara. Sus ojos eran muy profundos, de un color marrón oscuro casi negro poco común. Apartó la mirada de ellos. Había algo extraño con esa chica.
–Ángel, me llamo Ángel –dijo rápidamente –aquí tienes tu paquete… Ashley, nos vemos.
–Gracias, Ángel, adiós –dijo ella, y abrió la puerta para entrar. Escuchó los pasos del muchacho bajando las escaleras, y finalmente soltó un gran y largo suspiro de alivio.
Al parecer todo estaba en orden aún, él no parecía recordar nada.
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© Carlin Shadow ~ 2010
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